Puntaje: 11/20
Género(s): Electro / Micro-House
Año: 2015
Sello: Text Records
El desarrollo de la música
electrónica es, probablemente, uno de los aspectos que más notoriamente ha
marcado el devenir de la música popular en el siglo XXI. Géneros como el
dubstep, el electro-house o el nu-disco habrían sido impensados hace cincuenta
años. La evolución de softwares y equipos capaces de hacer, en diez minutos, lo
que una banda entera lograba en tres días hace algunas décadas, solo alienta
esa sensación de que no hay nada imposible para un DJ con buen oído. Sin
embargo, se suele asociar a la música digital con el baile, es decir, con la
creación de composiciones que estén al servicio del ritmo y, por tanto, que
inciten al movimiento. Ciertamente, hay mucho de razón en ello. Hacer
bailar a los demás nunca fue tan sencillo y, cómo no, rentable además. Pero hay
quienes buscan hacer bailar a los demás con un sonido particular, algo que,
evidentemente, no sale tan rentable. Anthony
Naples, DJ neoyorquino, parece haber buscado esto durante buena parte de su
primer álbum, y aunque estuvo cerca en pocos momentos, creo vale la pena comentarlo.
El trabajo previo de Naples ha seguido el tradicional camino
del DJ contemporáneo. Setlists, mezclas repletas de samples y acaso un hit de
Youtube marcan su historial como músico. “Mad Disrespect” es su tema más
famoso, y el que, de algún modo, resume mejor sus intenciones a la hora de
componer. Body Pill es el nombre de
su primer álbum, que trae como gran detalle haber salido a la venta con el
sello TEXT Records, del también norteamericano Kieran Hebden, más conocido como Four Tet. De hecho, Four Tet
se ha encargado de difundir la música del joven Naples, y basta con escuchar un poco de cada uno para entender por
qué. Sus estilos son semejantes, por lo que la crítica ha citado a Hebden como una de las grandes
influencias en la música de Naples,
agregando a la lista otros famosos artistas digitales como Caribou o Aphex Twin. Se
ha dicho también que Body Pill significa
una enorme evolución en la carrera del joven DJ, algo
que, luego de escuchar el álbum un par de veces, resulta exagerado.
El álbum empieza con una
introducción un tanto austera, en donde la repetición comienza a tomar un
protagonismo excesivo. “Ris” es el
resultado de un juego de tensiones y poca sorpresa por parte de Naples. Los dos primeros minutos son de
pura expectativa, como si algo fuera a suceder en cualquier momento. Luego,
entra un beat que poco o nada logra asombrar, aunque nunca deja de ser
pegajoso. Ciertamente, este primer tema nunca consigue llamar demasiado la
atención. Es similar el caso de “Pale”,
la sexta composición y una de las más flojas del álbum, en donde se escucha una
melodía que asciende y desciende mediante notas cortas, para que al final
aparezca una suerte de cambio brusco. Así, nos quedamos escuchando unas
distorsiones que, si bien rompen la expectancia, no irrumpen con la suficiente
contundencia que exigiría el factor sorpresa en este caso.
Los momentos dance son también fundamentales en la
construcción del álbum. En “Abrazo”,
por ejemplo, se propone un electro house altamente rítmico que, sin duda,
invita al movimiento. El problema es que dejarlo todo al ritmo, como en este
caso, provoca predictibilidad, algo que sucedió en este tema. Sin embargo, no
deja de ser una pieza digital bastante disfrutable que va integrando nuevos
sonidos con el pasar de los minutos, pero siempre sobre el mismo beat. Por su
parte, “Refugio” es quizá el tema
más bailable de Body Pill. En él no
hay momento para progresiones de intensidad o evolución en la composición; más
bien, se exhibe todo el armamento de Naples
(efectos digitales y percusiones repetitivas) desde el primer minuto. El
detalle, como dije anteriormente, es que esta electrónica no es la ya típica de
potentes beats y melodías pegajosas precedidas por un estallido. Esta es una
electrónica más sofisticada, poco agresiva, pero no por eso menos efectiva al
momento de contagiar el ritmo en quien la está escuchando.
Pese a todo, hay momentos en
que Naples llega a lograr sus
objetivos. Y aunque es imposible descifrarlos todos, durante los treinta
minutos que dura Body Pill, queda
claro que hay dos principalmente: generar tensión y sorprender al escucha con
cambios inesperados. En “Way Stone” es
cuando se cumple lo primero. En este tema, de menos de dos minutos, unos
golpecillos van formando la melodía base, y en todo momento parece que va a entrar
un beat que nunca llega. Tras oírlo, solo queda reconocer: si Naples buscaba dejarnos con las ganas,
lo ha hecho muy bien. Por otro lado, está “Miles”,
el octavo y último título del álbum. De nuevo, el compositor apuesta por un
ritmo acelerado. Aquí resalta un trabajo de percusión muy llamativo, acompañado
de un sintetizador marcando unos acordes con sutileza. Pero todo cambia poco
antes del tercer minuto, pues desde entonces le decimos adiós a las percusiones
y nos quedamos con unas melodías que, paulatinamente, van formando texturas.
Así, tenemos tres melodías sonando al unísono, y es entonces cuando nos
encontramos con uno de los mejores momentos del álbum.
Inicio decepcionante, final
interesante, muchos beats y ritmos acelerados, variedad de efectos y una gran confianza
en la repetición. Esa es quizá la más acertada radiografía general que se pueda
sacar de Body Pill, un álbum cargado
de altibajos que más parece ser una invitación a un mundo digital que parte de
aquel mundo en sí. Ese es el mundo digital de Anthony Naples, repleto de sofisticación y austeridad, de beats
suaves y cambios bruscos, y de una completa apuesta por las computadoras,
dejando de lado la incursión de instrumentos tradicionales. Probablemente, solo haga falta que Naples encuentre un sonido propio para que podamos conocer ese mundo con más profundidad. Todo está en sus manos, y nunca mejor dicho, tratándose de un DJ.
Mis favoritas:
4) Way Stone
5) Refugio
8) Miles
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