Género(s): Art-rock / Jazz Rock
Año: 2016
Sello: RCA
Único, incansable: a sus sesenta y
ocho años, David Bowie aún tiene la
energía necesaria para producir música. Veintisiete álbumes no han bastado;
centenares de canciones no son suficientes. El británico, como siempre, se
reinventa y va por más. Tiene el ingenio intacto, el talento pulido por la
experiencia y una voracidad latente por crear, crear y seguir creando. En Blackstar, su nueva gran producción, se
acerca estupendamente al ideal de jazz rock nacido en los setentas, mezclando
saxos disonantes con armonías clásicas de guitarras eléctricas. Durante los
siete temas que componen este álbum, se hacen notar las cualidades propias de
un músico que le ha dado muchísimo a la música popular contemporánea, pero,
sobre todo, se nota el fiel resultado de un vicio que Bowie nunca ha podido dejar: su hambre de experimentación
artística.
La gran obra maestra de este LP es
el primer tema, “Blackstar”, que
además de llevar el mismo nombre del álbum, llama la atención por varios
motivos. Para comenzar, dura más de diez minutos, y en ninguno de ellos Bowie
pierde la brújula. Cargado de un tono enigmático tanto en las letras como en la
música, este tema resume más o menos lo que constituye el resto del álbum: una
variedad de instrumentos (saxo, guitarras, sintetizadores, flautas y hasta un
órgano de tubos), potentes líneas de bajo, cambios de ritmo inesperados,
melodías vocales que enganchan fácilmente y mucha, mucha energía. “In the villa of Ormen / Stands a solitary
candle / Ah, ah, ah / In the center of it all / In the center of it all / Your
eyes”, se escucha al inicio, como si se tratara de un desafío poético
encubierto tras la música. Y sí, efectivamente, de eso se trata cuando
escuchamos a David Bowie.
Encontramos más momentos
importantes del álbum en “Lazarus”,
donde se explota todavía con más intensidad las líneas de bajo y Bowie propone
un rock más directo, contundente, de golpes duros y cambios de acorde
predecibles. Aquí el británico, de algún modo, se compara con el personaje
bíblico que le da nombre a la canción (Lázaro, según narra la biblia, resucitó
por milagro de Jesús), con versos del tipo “Look
up here, I’m in heaven / I’ve got scars that can’t be seen / I’ve got drama
can’t be stolen / Everybody knows me know”. Así también, en “Dollar Days”, penúltimo título del
álbum, disfrutamos, probablemente, de
las melodías de saxo más cautivadoras de Blackstar,
esta vez fusionadas con una guitarra acústica que otorga dinámica y cierta
frescura a la música.
Sin embargo, sabemos que ninguna
experimentación es infalible, y la grandeza de Blackstar, inevitablemente, cae en algunos instantes. En “Girl Loves Me”, por ejemplo, aparece
la sensación de estar escuchando una canción bastante plana, sin momentos
realmente importantes. A pesar de que resulta interesante la manera en que Bowie introduce elementos de música
electrónica con pequeñas notas de sintetizadores, este tema no aporta gran cosa
al álbum, y nos deja esperando un cambio de ritmo o introducción de nuevos
sonidos que nunca llegan. En el peor de los escenarios, la palabra monotonía se
hace un lugar en nuestra mente cuando estamos a la mitad de “Sue (Or In A Season Of Crime)”, el
tema más flojo de Blackstar, que
echa a perder un inicio potente con melodías vocales decadentes y
poca sorpresa.
El movimiento final del álbum llega
gracias a los beats electrónicos de “I
Can’t Give Everything Away”, con David Bowie regalándonos los últimos
suspiros de Blackstar acompañado de
un saxo frenético y una guitarra eléctrica que aparece hacia el término del
tema. Y así, en poco más de cuarenta minutos, se fue una nueva creación del artista más camaleónico que nos ha regalado la música popular contemporánea. Una producción elogiable por mucho, reprochable por poco, y que sin lugar a dudas nos deja claro que, si se sabe cultivar con perseverancia, con la terquedad suficiente, la creatividad puede ser inagotable.
Temas destacados:
1) Blackstar
2) ‘Tis A Pity She Was A Whore
3) Lazarus
6) Dollar Days

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