Puntaje: 18/20
Género(s): Experimental Rock / Post Rock
Año: 2012
Sello: Young God
Michael Gira comenzó a hacer música a inicios de
los ochenta. Nació en Los Ángeles y vivió gran parte de su adolescencia junto a
su padre, en Europa. Allí tuvo una vida un tanto desordenada. Según se sabe, a
los dieciséis años estuvo preso durante algunos meses en una cárcel de Israel,
debido a que se había dedicado a vender drogas. Luego volvió a Estados Unidos para
estudiar en una academia de arte y diseño de Los Ángeles, en donde desarrolló
su sensibilidad por las expresiones artísticas. Para entonces, Gira tenía poco
más de veinte años. En 1982, junto a unos amigos, forma una banda llamada
Swans. Con Swans, grabó el primer álbum en 1983. Desde entonces, Gira viene
siendo el compositor principal de la banda, además de ser el líder y vocalista.
No menos interesante es la historia de Swans. En total, esta banda ha producido
trece álbumes de estudio. Entre 1983 y 1996, publicaron diez álbumes. Ya en el
siglo XXI, y tras una separación de casi quince años, los integrantes de Swans
decidieron reunirse para volver a hacer música. Producto de ello han sido los álbumes My Father Will Guide Me up a Rope to
the Sky (2010), The Seer (2012) y To Be Kind (2014). Los más
aclamados han sido, por lejos, los dos últimos. ¿El dato interesante? Ambos
álbumes, tanto The Seer como To Be Kind (del cual no hablo en esta reseña pero
merece ser escuchado), tienen una duración de dos horas.
Es aquí donde cabe preguntarse: ¿a qué mente desconectada
de la realidad se le ocurriría hacer un álbum de ciento diecinueve minutos en
pleno 2012, en plena revolución de las tecnologías de la información, en una
sociedad comandada por la cultura de la inmediatez y en un mundo en el cual el tiempo
es la carencia principal de nuestras vidas? Ciertamente, Michael Gira era muy
consciente de lo que estaba haciendo. En una entrevista, declaró: “The Seer
tomó treinta años para hacerse, es la culminación de todo trabajo previo de
Swans, como también de toda música que pude haber hecho en mi vida”. Es fácil
deducir que esta afirmación resalta la imagen de este álbum como la compilación
de toda idea musical del artista, desde que comenzó su carrera hasta su madurez.
Pero vayamos, por fin, con el álbum.
La primera vez que escuché The Seer, me arrepentí
mientras tenía los audífonos puestos. Estaba solo en mi casa y sentía miedo.
Honestamente, la primera impresión que me dieron las canciones fue que quizá se
trataba de un soundtrack de película de terror o algo por el estilo. Sin
embargo, mientras pasaban las canciones, me fui dando cuenta de lo equivocado
que estaba. Si bien en un primer momento podría resultar un poco aterrador,
este álbum no ha sido hecho para asustar. Yo diría, en lugar de eso, que ha sido hecho
para intensificar los sentidos de quien lo escucha. Si tuviera que resumirlo en
una sola palabra, diría eso: intensidad. The Seer es intensidad pura, desde la
primera canción hasta la última. En este álbum, las composiciones son
constantes retos para quien lo está escuchando: tienes que estar preparado para
todo. Cuando termina una canción, la incertidumbre de no saber qué viene genera
una ansiedad difícil de controlar. Resulta ilustrativo comparar el caso de escuchar
música convencional, en donde uno ya sabe que la siguiente canción va a
comenzar con una guitarra, una voz, un teclado, un bajo, una percusión, etc. En el caso de The Seer, nada es predecible. Las canciones, más bien, parecen pretender una trasgresión de lo convencional, construida a partir de violentas repeticiones y una instrumentación realmente soberbia: desde campanas y acordeones hasta clarinetes
y duras guitarras.
En The Seer pareciera que la música no es
suficiente para toda la ambición artística de Swans. Una ambición, por cierto,
bastante estremecedora. Aunque la música es lo más importante en este álbum, el
vocalista suele prestar su voz para enfatizar los motivos perturbadores de las
canciones. En “Mother of the World”, segunda canción del álbum, Michael Gira se
pasa los cuatro primeros minutos jadeando rítmicamente. Por otro lado, la
canción que le da título al álbum, tiene una duración de treinta y dos minutos,
y parece constar de tres movimientos claves. En ella, como suele pasar en el
álbum, se juega con la maléfica voz de Gira, que canta “I’ve seen it all / I’ve seen it all / I’ve seen it all” sin detenerse.
Aunque en este punto, no sé si cantar
sea el término correcto. Yo diría que es un susurro amenazante, como si alguien
que realmente lo ha visto todo te estuviera advirtiendo no acercarte a él. Algo
parecido pasa en “The Wolf”, quizá la canción más tétrica del álbum. Consta de
un minuto y medio y solo suena la voz de Gira y algo semejante a una
distorsión. Esta canción parece más bien una provocación de alguien que quiere
hacerte daño. Canta Gira: “Wash me in / Your bloodless light / To be
splayed upon / Your silver gate”.
Más adelante, las canciones son una suma de
construcciones catárticas, que mezclan la fuerza y la sutileza de manera
magistral. En un punto del álbum, incluso, aparece una melodiosa voz femenina.
Se trata de la octava canción, “Song for a Warrior”, en la que colabora Karen O
(vocalista de Yeah Yeah Yeahs) acompañada de un suave piano, una guitarra y
algunos sonidos atmosféricos que cambian por completo la brutalidad que
pudieron haber tenido las anteriores canciones del álbum. Esto representa muy
bien la idea musical de Swans: las disonancias como base de sus composiciones,
los contrastes entre ruido y silencio, entre agresividad y delicadeza. Es
también elogiable el modo en que han jugado con las pausas en casi todas las
canciones, como si dieran un momento de descanso a quien está escuchando para
luego volver con otra explosión de sonido cargada de intensidad.
Y basta con eso. Nunca se podrá describir lo que
puede generar este tipo de música al ser escuchada. Solo es cuestión de darle
una oportunidad. Podría parecer aburrido escuchar canciones de veinte o treinta
minutos, pero en realidad estas composiciones están construidas para que el
aburrimiento no exista. Escuchar este álbum es como ver una de esas películas
en que no puedes distraerte ni un solo minuto porque sabes que cada escena es
importante, porque las situaciones te tienen en una angustia permanente. Aquí
la angustia es exquisita; se disfruta. Y Swans también parece disfrutarla,
sobre todo sabiendo que nosotros, quienes los escuchamos, también estamos
angustiados, pero dispuestos a convertir esa angustia en un camino para
agudizar nuestras emociones hasta puntos extremos, pues justamente esa, y no
otra, es la manera en que el arte puede trascender los límites del ser. The
Seer es un álbum que no acepta límites.
Mis
favoritas:
2)
Mother of the World
3)
The Wolf
4)
The Seer
5)
The Seer Returns
6)
93 Ave. B Blues
8)
Song for a Warrior
10)
A Piece of the Sky
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