Puntaje: 10/20
Género(s): Indie Pop / Electropop
Año: 2014
Sello: LL
Con solo
veintiocho años, Lykke Li ya ha producido
tres álbumes de estudio y sido aclamada por la crítica musical de su país
(Suecia) e internacional. Publicó su primer álbum, Youth Novels, en 2008,
llamando la atención de los seguidores del indie pop, por su propuesta llena de
percusiones atrevidas y teclados electro. Sin embargo, son sus últimos dos
álbumes las pruebas más evidentes de que Lykke
Li aspira a ser una estrella pop, valiéndose de todos los recursos
musicales a su alcance, desde la experimentación con su voz hasta instrumentaciones
muy bien logradas. Ejemplo de ello fue Wounded Rhymes (2011), en donde Li ya
comenzaría a regalar sus composiciones más disfrutables, caracterizadas por una energía desenfadada y una frescura propia de su juventud. Todo ello la llevó a
ganarse un lugar en el mercado norteamericano, convirtiéndose así en otro
ejemplo de artista sueca que lleva su música más allá de las fronteras europeas.
De ese modo, Lykke Li ya se
posicionaba como promesa del nuevo pop europeo, aunque sonando, muchas veces,
como la típica estrella pop norteamericana.
Tres años después de su
celebrado Wounded Rhymes, ha publicado un breve LP llamado I Never Learn. La
sueca no ha tenido reparos, no ha pensado en tiempos de transición ni mucho
menos ha querido tomarse un descanso. ¿La razón? Una ruptura amorosa, según
dicen los medios. Pero eso es lo de menos. En realidad, este álbum no suena muy
desgarrador que digamos, aunque, de todos modos, ha sido otra exhibición de la
clarísima propuesta musical de Lykke Li,
quien parece estar siempre guiada hacia la fusión del pop con elementos
acústicos y electro. I Never Learn es una mezcla desordenada de motivos
melancólicos y melodías pegajosas, que, por momentos, resulta agradable, y por
otros, muy aburrida.
Lo primero que
se me vino a la mente al escuchar I Never Learn fue iamamiwhoami (otra estrella pop sueca, que se ha dedicado, más
bien, a combinar música enigmática con arte visual), sobre todo por el trabajo
vocal y los elementos electrónicos en las composiciones. No obstante, luego de
investigar un poco, me di cuenta de lo equivocado que estaba. Confesa
admiradora de artistas como Neil Young
o Leonard Cohen, Lykke Li parece haber querido
posicionar a la guitarra como uno de los instrumentos principales de su último
álbum. De hecho, lo primero que se escucha al reproducirlo, es una guitarra
presentando los cinco acordes que le darán forma a la primera canción, que, al
igual que el disco, lleva por nombre “I
Never Learn”. Se trata de una canción un tanto aburrida, en donde Li usa su voz para combinar altos y
bajos, siempre acompañada de la guitarra, para que al final aparezca algo
parecido a un violín tocando una melodía monótona. Todo ello, me quedó claro,
estuvo muy lejos de ser un buen inicio.
Pero no hay
que dejarse engañar: I Never Learn no es un total desperdicio. Hay buenos
momentos, constituidos principalmente por canciones como “No Rest For The Wicked”, que comienza con un agradable teclado,
enmendando lo poco impactante que fue el inicio del álbum. Esta canción
presenta un sonido muy bien trabajado, con percusiones explosivas y
encantadoras progresiones de acordes. Otros momentos disfrutables se encuentran
en “Just Like A Dream”, canción que,
de nuevo, presenta un gran trabajo de percusiones y teclados; o también en “Gunshot”, quizá la mejor canción del
álbum, uno de los pocos puntos del álbum en que la intensidad aumenta
notablemente, logrando que se eleve no solo el volumen de la música, sino
también la voz de Li, hasta alcanzar
sus puntos más álgidos. Como es usual en el álbum, en esta canción se utiliza
el trabajo vocal para generar ecos y reverberaciones que se complementan muy
bien con los beats y sintetizadores. A pesar de todo ello, debo aclarar, I Never
Learn se queda en una superficialidad que no le permite alcanzar un gran mérito
musical, sobre todo considerando lo tradicionales que resultan las estructuras
de las canciones.
Lo que quiero
decir, para ser más claro, es que las canciones de I Never Learn no constituyen
algo realmente grandioso o que no se haya visto antes. Incluso las partes
desgarradoras del álbum no logran gran cosa, como en el caso de “Love Me Like I’m Not Made Of Stone”,
con una Lykke Li más sufrida que
nunca, que en lugar de cantar parece chillar y hasta desafinar en algunos
momentos. Esto, en lugar de significar un problema, creo que fue un buen
intento por hacer que la música de I Never Learn suene a dolor. Sin embargo,
me pareció que no se lograba tal objetivo. En esta canción, podemos escuchar a Li lamentando “Even though it hurts / Even though it scars / Love me when it storms /
Love me when I fall”. Asimismo, en “Never
Gonna Love Again”, canción que solo parece sostenerse sobre una melodía agradable,
podemos escuchar versos como “How can we
/ Turn around the heartache / Oh I, I’m alone tonight babe / And I never gonna
love again”. La inconsistencia de las letras, sumada a las
estructuras por demás básicas de las canciones, hacen que I Never Learn caiga
en la intrascendencia, que no pase de ser un álbum frágil, de esos que transcurren sin dejar mucho al
escucha.
Al ser un
álbum que apenas pasa los treinta minutos de duración, creo que I Never Learn
debió ser intensidad de principio a fin, que Lykke Li debió poner sobre la mesa lo mejor que tenía. No es el
caso. Este nuevo trabajo de la sueca, pone en evidencia a una artista buscando
un lugar en el podio de estrellas pop mundiales, lo cual no está mal, aunque sí
parece estarlo si hablamos de una propuesta musical poco ingeniosa, que busca
en la temática del desamor una excusa para vender composiciones que no van más
allá de unas cuantas melodías pegajosas acompañadas de fusiones electropop y
guitarras acústicas. Si bien, en ciertos puntos, la instrumentación es
elogiable, en otros, deja mucho que desear. En suma, creo que eso es lo que se
puede decir de I Never Learn: un álbum que deja mucho que desear. En esta
ocasión, lamentablemente, no ha sido suficiente para Li la compañía de Björn
Yttling (productor de sus tres álbumes). Lo que le hace falta a esta
talentosa artista, creo, es darse un tiempo para, más adelante, dar el gran
paso que lleve su música a niveles más trascendentales. Y no hace falta que
busque mucho, ciertamente, pues en su país natal hay unos cuantos buenos ejemplos
a seguir.
Mis
favoritas:
2)
No Rest For The Wicked
3)
Just Like A Dream
5)
Gunshot
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