Puntaje: 13/20
Género(s): Experimental Pop / Psychedelia
Año: 2015
Sello: Domino
En una entrevista reciente, Noah Lennox dejó abierta la posibilidad
de abandonar para siempre el nombre artístico de Panda Bear, y con ello, quizá, ponerle punto final a su carrera
musical en solitario. Pues bien, por si alguien lo desconoce, el término Grim Reaper es una manera de aludir al
conocido personaje que representa a la muerte (ese esqueleto con túnica negra y
una hoz) en el idioma anglosajón. Entonces, el silogismo es evidente: 1) digo
que este puede ser mi último álbum; 2) según el título de mi álbum, es ahora
cuando conozco a la muerte: 3) este es mi último álbum. Y aunque ese resultado
final no es algo que Lennox haya
dicho, sino una suposición inevitable, sinceramente es mejor pensar que no es
su última producción, pues si lo fuera, sería una despedida bastante
decepcionante.
Luego de elaborar material por
demás atractivo con su banda Animal Collective,
como Merriweather Post Pavilion
(2009); o en solitario, como lo fue Person
Pitch (2007), Noah Lennox siguió
apostando, en los últimos años, por el pop extremadamente psicodélico, repleto
de construcciones desordenadas hechas a base de sonidos insólitos. Esto, que
tanto lo ha caracterizado, parece haber cambiado luego de —o durante—
su encuentro con la muerte. En The Grim
Reaper, las estructuras son mucho más convencionales de lo que uno podría
esperar, mientras que los sonidos insólitos están ahí, pero sin lograr
demasiado. Casi todo suena muy parecido al último LP de Animal Collective, Centipede Hz
(2012), una producción no tan consistente pero cargada de propuestas interesantes que combinaban pop, electro y sintetizadores potentes.
Pese a aquel antecedente, el
nuevo álbum de Panda Bear tiene muy
pocos momentos de potencia musical, y vaya si lo ha intentado. Ciertamente,
varias canciones se quedan sin lograr su objetivo, por lo que se quedan en la
intrascendencia. El tema introductorio, “Sequential
Circuits”, es un buen ejemplo. Son tres minutos y medio de teclados
digitales, las ya clásicas melodías vocales de Lennox y una especie de sonido acuático que hace las veces de
percusión. Toda la canción, sin embargo, se queda en la misma melodía, lo que
la hace redundante y aburrida. Entonces, uno se pregunta: ¿por qué un artista
tan creativo como este, gastaría casi cuatro minutos de su último álbum en una
canción tan poco atractiva?
Pero las preguntas no terminan
ahí, pues hay más canciones generadoras de misterio. Casi llegando a la mitad
del álbum, encontramos “Butcher Baker
Candlestick Maker”, en donde Panda
Bear cae en lo mismo: fases repetitivas, poca iniciativa de sorpresa e
incluso una melodía vocal que deja mucho que desear. Entonces, ya con más temor
que hace un rato, uno se pregunta: ¿Panda Bear haciendo malas melodías vocales?
Para no creérselo. En fin, tal parece que ha faltado emoción, un poco más de
esfuerzo, y, en suma, una interpretación más vívida, sobre todo en tal canción.
Algo parecido sucede en “Selfish Gene”,
casi al final del álbum, en donde todo se vuelve un tanto electro-pop y la
música se sostiene en la voz de Lennox y
un teclado electrónico tocando la misma progresión de acordes una y otra vez, casi
sin variaciones, durante cinco insoportables minutos. Me arriesgaría a decir
que ese es uno de los peores temas que Panda
Bear ha compuesto en su carrera, pero prefiero decir simplemente que es lo
menos memorable del álbum.
Y como la navegación a través del
río de preguntas que me dejó esta producción apenas va por la mitad, habrá que
continuar. Ciertamente, esta es una pregunta que se podría plantear con
tranquilidad ante cualquier LP de Lennox;
sin embargo, creo que es frente a The
Grim Reaper cuando se hace más difícil de contestar: ¿qué sucedería si le
quitamos la reverberación a este álbum? Ante la carencia de explosión e intensidad
en la música, varias de las composiciones únicamente se sostienen en la voz del
intérprete, que siempre (y entiéndase este siempre
como un siempre de verdad, es decir,
desde el primer segundo del álbum hasta el final) va acompañada de reverberación.
Una vez más, Panda Bear parece estar cantándonos desde un templo religioso muy grande, aunque sin lograr
introducirnos en experiencias espirituales a través de su arte. Yo sigo
pensando, aunque la reverberación no tenga nada de malo, que se ha abusado de
ella en esta producción, y que no habría necesidad de hacerlo si Lennox y el experimentado Peter Kember (productor del álbum) se hubieran
fijado un poco más en la música y no tanto en el trabajo del intérprete.
Ya llegando al final del río,
queda gritar: ¡¿por qué esto se llama Panda
Bear Meets The Grim Reaper si no suena a un encuentro con la muerte ni nada
parecido?! Más bien, este álbum es lúdico, dinámico en algunos momentos y poco
preocupado en sonar a tragedia. Quizá lo más cerca que se estuvo de la dinámica
que se puede esperar de este artista es en la ingeniosa “Mr. Noah”, una canción llena de sonidos extraños y zumbidos
digitales, pero que, al fin y al cabo, termina generando una melodía que va muy
bien con la voz de Panda Bear. Esta
es la clase de canción que cualquier aficionado a la música electrónica y al
pop indie quisiera hacer antes de morir: una construcción digital, caótica y
llena de sentido a la vez, con beats futuristas que parecen sacados de película
de ciencia ficción. Otro buen momento del álbum está en “Tropic Of Cancer”, donde resalta una especie de arpa repitiendo
dos acordes de manera hipnótica y un
Panda Bear un poco más preocupado en generar armonías celestiales y en
arriesgar un poco más en los cambios de fases de la canción, y la verdad es que
le quedó bastante bien, pues los seis minutos que dura se disfrutan de sobra.
Y es ahora cuando uno sale del
río, ya no confundido, sino resignado a que Meets
The Grim Reaper es una producción esencialmente digital (exceptuando el
teclado de “Lonely Wanderer”) que
se queda en la comodidad de la reverberación y las estructuras redundantes. Y,
claro, son trece canciones y solo he hablado de unas cuantas. Sinceramente, no
hace falta profundizar mucho más. El resto se puede resumir así: Noah Lennox cantando al estilo Beach Boys (“Crosswords”), un par de interludios de menos de un minuto (“Davy Jones’ Locker” y “Shadow Of The Colossus”), algunas
invitaciones a entrar a la mente insensata de un artista con ganas de hacer
música de otro planeta (“Boys Latin”
o “Come To Your Senses”) y algún
tema que evoca el boom-bap beat noventero (“Principe
Real”). Todo ello no genera más que una serie de altibajos que, al menos a
mí, me ha dejado bastante intrigado.
Pero, vamos, no es que sea un mal
álbum, el problema es que se trata de Panda
Bear, uno de los artistas experimentales más aclamados de los últimos años
en la escena musical estadounidense. A pesar de que esperaba más, no puedo
dejar de reconocer la buena producción de este trabajo y el evidente cuidado de
los detalles en las canciones (incluso por ahí se puede encontrar algo cercano
a un minimalismo en la elaboración de las melodías), lo cual, en esta ocasión, al
menos para mí, no ha sido suficiente para lograr gran cosa. Noah Lennox sigue —y seguramente
seguirá— cantándose a sí mismo en segunda persona, y entonando temas acerca
de los límites y lo cotidiano de la vida, pero quizá hace falta que se detenga
un momento para pensar en cómo alejarse de lo cotidiano y sobrepasar aquellos
límites, pues es justamente en tal tarea, explorando territorios desconocidos,
cuando luce todo el potencial de su arte y está más cerca de su mejor versión.
Deseemos, por tanto, que el silogismo esté errado.
Mis Favoritas:
2) Mr. Noah
4) Crosswords
7) Come To Your Senses
8) Tropic Of Cancer
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