Puntaje: 11/20
Género(s): Alternative Rock
Año: 2014
Sello: RCA
Haber sido el baterista de una banda de culto tan popular como Nirvana no debe ser cosa fácil. Sobre todo si decides continuar una carrera musical por tu cuenta. La vocación musical de Dave Grohl, sin embargo, no está dispuesta a fijarse en esos detalles. Luego de formar Foo Fighters en 1994, el músico norteamericano se ha mantenido en un camino de éxito constante, consiguiendo adeptos en todas partes, e incluso logrando introducir a algunos al mundo del rock a través de sus producciones. Si “Smells Like Teen Spirit” es una de esas canciones que todo el mundo debe conocer (ya sea voluntaria o involuntariamente), “The Pretender” lo es cada vez más. Y, claro, de más está pensar en cuál de ellas está mejor lograda o tendrá mayor legado en el futuro, pero lo que queda claro es que, al menos en popularidad, la banda de Grohl no tiene tanto que envidiarle a la legendaria Nirvana.
Pero la ambición de los Foo Fighters no solo busca seguidores y
aceptación de las masas. Con cientos de miles de discos vendidos y siete
álbumes publicados, decidieron buscar nuevos rumbos. Porque, si bien es muy
bonito ser un rockstar y llenar
estadios en decenas de países con tus solos de guitarra y tus estribillos,
llega un punto en que todo ello deja de ser suficiente, lo que obliga al
artista a intentar reinventarse. Por supuesto, Sonic Highways no es el esfuerzo por una reinvención, pero sí es un
trabajo conceptual nacido de una idea exquisita. Luego del éxito mesurado que
tuvo Grohl en 2013 con Sound City (un documental sobre la
historia de un estudio de grabación ubicado en Los Ángeles), la famosa cadena televisiva
HBO anunció, hacia finales del año pasado, una miniserie de ocho episodios en
la que los Foo Fighters se la
pasarían recorriendo varias ciudades de Estados Unidos, conociendo artistas
musicales, productores y varios de sus estudios de grabación más
representativos. El asunto funcionaba más o menos de este modo: en cada
capítulo, viajaban a un lugar distinto, conociendo artistas y estudios de
grabación, y por último, grababan una canción en cada ciudad que visitaban. El
resultado final de aquella travesía iba a ser un álbum, precisamente, de ocho
canciones, conteniendo cada una de ellas una temática distinta y una propia
serie de influencias musicales.
Así nació Sonic Highways, un álbum que, en realidad, no refleja mucha
variedad ni parece haberse nutrido de los viajes que sus intérpretes realizaron
durante el proceso de creación. “Esta es solo la realización de nuestro álbum
más ambicioso”, asegura Dave Grohl, en
el tráiler de la mencionada miniserie. Y no hay forma de desmentirlo. La verdad
es que sí hubo ambición. El problema, simplemente, es el producto final.
Resulta difícil creer que los cuarenta y dos minutos que dura el álbum llevan
impregnados algunos pasajes de la —siempre abundante y compleja— historia de la
música estadounidense. Más bien, Sonic
Highways suena a un álbum más de Foo
Fighters, sin nada especial para ofrecer, y solo sacado adelante para
acompañar el trabajo audiovisual que se llevó a cabo. Solo queda, entonces,
tratar de entender qué sucedió, y preguntarse por qué se desaprovechó un
esfuerzo logístico de tal magnitud.
Todo inicia de manera atractiva,
con un interesante trabajo de guitarras en “Something
From Nothing”, que combina sutileza y potencia en sus fases de composición.
Resalta, además, la presencia de una especie de órgano funky en el fondo, apoyando
el trabajo de guitarras y percusiones. Y aunque la canción parece durar más de
lo que debería, me pareció un buen inicio. Con “The Feast And The Famine”, sin embargo, se empiezan a asomar los
problemas más grandes del álbum. Los casi cuatro minutos que dura esta canción
parecen sostenerse en el mismo estribillo de guitarra, y la repetición de la
misma progresión de acordes ocasiona que todo sea muy predecible. Esta es una
de las pocas composiciones en donde Grohl
y compañía aumentan la intensidad, y su propuesta rock se convierte en algo
estridente y lleno de potencia.
Desafortunadamente, las
dificultades aumentan cuando aparecen canciones como “Outside” o “In The Clear”,
ambas con una estructura convencional (estrofa-coro-estrofa-coro-coro) y una iniciativa
de innovación que no existe. Demasiado predecibles, repetitivas, redundantes y poco
útiles para un álbum sin demasiada consistencia. En la primera de ellas, no
obstante, aparece un solo de guitarra hacia el final que intenta salvar la
canción, aunque sin lograr gran cosa. Una constante en esta producción es que,
cuando los Foo Fighters intentan
algún cambio que agregue algo diferente a las canciones, lo hacen de un modo
tan forzado, que se nota sin mucho esfuerzo. Evidentemente, las variaciones en
una composición no son cosa fácil, pero es lo mínimo, creo, que se puede
esperar de una banda con veinte años de experiencia. Quizá lo que más me
disgustó de Sonic Highways es eso: me
dio menos de lo que esperaba, algo entendible teniendo en cuenta la historia
que lleva detrás.
Pero como no todo puede ser malo en
algo que ha nacido de una idea tan seductora, hay también momentos en que la
banda norteamericana muestra una lucidez evidente. “Congregation”, la tercera canción, es un resumen de cómo resolver
los problemas que muestra el resto del álbum, pues, pese a su estructura
convencional, aparecen ciertos detalles que la alejan de la intrascendencia,
como esa guitarra sutil hacia el final de la canción, que da un toque de
sofisticación a una producción que parece haber dejado de lado el cuidado de
los detalles. También se destaca la canción final: “I Am A River”, una de las más largas que ha creado Foo Fighters hasta hoy, debido
justamente a ello. Sus siete minutos de duración están protagonizados por una
banda tratando de salir del molde, intentando algo diferente a punta de cambios
en los tempos y recorridos experimentales por varias fases de composición,
aunque con una letra en segunda persona algo melancólica que no aporta gran
cosa (“Can we recover / Love for each
other / The measure of your live / Is that what you want? / Is that what you really
want?”, canta Grohl).
El error que cometió la banda de Grohl en esta ocasión, ha sido no
aprovechar la cantidad de influencias que tuvieron al lado. ¿En qué momento del
álbum, por ejemplo, se puede notar la presencia de un Joe Walsh, un Zac Brown,
una Joan Jett o de la propia New Orleans Preservation Jazz Band? Estos artistas, que participaron en la
realización del álbum, pasan desapercibidos con una ligereza incomprensible.
Por su lado, Dave Grohl no ha sido
capaz de construir una narrativa que refleje, como ya he dicho antes, el
esfuerzo logístico que le dio vida a Sonic
Highways. Con todo, tal parece que Foo
Fighters seguirá siendo una banda con una sola idea de cómo hacer música,
sin mucha variedad en sus propuestas y con álbumes que parecen perspectivas
distintas de una misma imagen.
Mis Favoritas:
1) Something From Nothing
3) Congregation
8) I Am A River
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