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Madlib o el artista total de hip hop

Foto: Graeme Mitchell (The New Yorker)
Mi primer contacto con la obra de Madlib fue hace cuatro años. Di con él sin planearlo demasiado, en una etapa de mi vida marcada por el entusiasmo ante la idea de descubrir música, ya que había desperdiciado mi adolescencia escuchando los mismos discos de las mismas bandas una y otra vez. Fue en 2014 cuando decidí, por fin, salir del bucle y empezar a buscar cosas nuevas. A la par, exploraba también el mundo de la crítica musical, casi siempre en publicaciones y medios de norteamérica, para saber qué opinaban otras personas sobre la música que me gustaba. Debió ser durante una madrugada, navegando en algún foro de mala muerte, cuando lo vi por primera vez. Era la portada de un álbum que llamaba la atención de inmediato, en la que se veía a un hombre enmascarado resaltando sobre un fondo blanco. El álbum se llamaba Madvillainy y era firmado por un tal Madvillain. Debido a los usuarios del foro y sus comentarios favorables, decidí escuchar uno de sus temas en Youtube. Así fue como encontré "Figaro", un track en el que un hombre rapeaba de forma áspera, agresiva, como si cada una de sus palabras naciera desde un resentimiento interno e intenso. Por supuesto, me aburrí profundamente mientras lo escuchaba.

Yo no entendía nada. Internet me informaba: "Figaro" era el decimocuarto tema de Madvillainy, un álbum rapeado por MF DOOM y producido íntegramente por Otis Jackson Jr., conocido también como Madlib. Pero, ¿quiénes eran estos dos tipos que habían hecho esa música tan mala? Decidí dejarlo ahí y continuar la búsqueda con otros estilos musicales. Hasta entonces, yo no sabía nada de hip hop. Apenas tenía una vaga idea de lo que era un beat o un MC, y mi visión del género era muy limitada, moldeada por lo que mostraban medios masivos de comunicación como internet o la televisión. Todo ello explicaba, en gran medida, por qué al escuchar "Figaro" yo no entendía qué diablos pasaba en esa música, que para mí no era más que un simple y desagradable tema de rap. Con el tiempo, aprendí que es difícil valorar una obra de arte sin siquiera haber intentado comprenderla, y Madvillainy se convirtió en uno de mis álbumes favoritos de todos los tiempos. A día de hoy, incluso, el hip hop debe ser uno de los géneros al que más horas dedico diariamente. Y todo es culpa de Madlib.


Pero vamos despacio. En el ocaso de aquel 2014, volví a encontrar a Madlib debido al álbum que produjo para el rapero Freddie Gibbs, titulado Piñata. Piñata aparecía en casi todas las listas de mejores discos del año, y la crítica internacional destacaba, sobre todo, el trabajo de beatmaking realizado por Madlib. Decidí entonces darme otra oportunidad con él, y no me equivoqué. Esta vez el resultado fue distinto, pues disfruté sin dificultad varios de los beats contenidos en Piñata, llegando a incluir un tema del álbum en algún ranking que realicé a finales de ese año. Para entonces, y gracias a artistas como Nas, A Tribe Called Quest, Erykah Badu o Wu-Tang Clan, el hip hop había dejado de ser un mundo desconocido para mí, como si escuchar a los clásicos me hubiera ayudado, cuando no a entenderlo, a acercarme a él. Y es que era muy pronto. Escuchar a Charlie Parker puede aproximarnos al jazz, pero no hará que lo comprendamos por completo. Puede que Los Destellos nos ayuden a disfrutar la cumbia más fácilmente, pero estaremos aún lejos de su esencia. Por suerte, en la música no existen las puertas cerradas, y la esencia del hip hop me estaba esperando. Solo hacía falta que suceda algo, una experiencia que cambie mi vida para siempre.

Debió ser durante la primera mitad del 2015. Yo estaba en un bus y el viaje prometía ser largo, de modo que recurrí a los audífonos para amenizarlo. La biblioteca del celular me ofrecía un centenar de posibilidades, y entre ellas, ahí estaban de nuevo el hombre enmascarado y su fondo blanco. Pensé que era un buen momento para intentarlo otra vez, y empecé a reproducir Madvillainy desde el primer tema, sin saber que estaba a punto de enamorarme para siempre. Uno tras otro, los tracks pasaban y me deslumbraban cada vez más. Era una locura, hip hop frenético, lleno de detalles, mensajes ocultos, una energía desbordante y mucha originalidad. Recuerdo haber pensado: esto es rap pero no suena a nada que haya escuchado antes. Era como si una tormenta de sonidos desconocidos me hubiera embestido a través de los audífonos, y mi única respuesta era dejarme llevar por ella. Fue un viaje placentero y revelador. Temas como "Operation Lifesaver aka Mint Test" o "Do Not Fire!" me cautivaron desafiando lo que entendía entonces por hip hop, mientras que obras maestras como "America's Most Blunted" o "Money Folder" confirmaban que estaba escuchando algo inmenso e irrepetible.


Desde entonces, no he dejado de escuchar a Madlib. Es cierto que la grandeza de Madvillainy se debe, en buena parte, al estilo oscuro y hermético de MF DOOM, pero nunca encontré la sustancia de aquel álbum en otros trabajos del rapero. Donde sí la encontré fue en Madlib, un artista que parecía capaz de todo. Mientras más conocía sobre él, más había para descubrir. Primero fue Quasimoto, ese extraterrestre perdido en la tierra que no es otra cosa que el propio Madlib rapeando con la voz alterada sobre sus propios beats. Luego vinieron los álbumes del Beat Konducta, otro a.k.a. que usa Madlib para firmar varios de sus beat tapes inspirados en música de distintas partes del mundo. Lo siguiente fue el Yesterdays New Quintet, un ficticio grupo de jazz que consiste en el propio Madlib luciendo su capacidad como multinstrumentalista y compositor. Pero todo ello no era suficiente y di entonces con DJ Rels, otro seudónimo de Madlib bajo el que ha firmado un par de trabajos de música electrónica; los trece volúmenes del Madlib Medicine Show, una serie de LPs en la que se hace un recorrido por varios géneros musicales; y finalmente Shades Of Blue, un álbum editado por la legendaria discográfica de jazz Blue Note Records.


Decía que la música es un pasadizo oscuro repleto de puertas abiertas y escuchar a Madlib me ayudó a encontrar muchas de ellas. Fue por Madlib que empecé a entender el hip hop de otra manera, a disfrutarlo y a valorarlo como un género fértil para la creatividad artística. Gracias a su música, comprendí que el hip hop no podría existir sin el jazz, el soul, el disco y, en general, sin la tradición musical afroamericana. A través de su magnífico uso de samples, Madlib también ha sido un pasaporte al pasado para mí, pues sus beats me llevaron a descubrir el soul del siglo pasado, esa música maravillosa que se construía desde la emoción. De no haber sido por Madlib, nunca habrían llegado a mi vida artistas como Ace Spectrum, The Manhattans, Lenny White, Dee Dee Sharp, Apple and The Three Oranges, Louis Williams o Curtis Mayfield, por mencionar algunos. Tampoco habría intentado escuchar música tradicional de otros países de no ser por álbumes como el Medicine Show #2: Flight To Brazil o el Beat Konducta In India, ambos con exquisitas técnicas de sampling que pueden servir de introducción a universos musicales desconocidos. Y aunque quizá no haga falta decirlo, fue también gracias a Madlib que un día decidí empezar a hacer música con los pocos medios que tenía a mi alcance. Como escribí en los créditos de un mixtape que produje hace algún tiempo, sin él yo nunca me habría atrevido a dar ese paso. Su música ha sido una motivación enorme y constante, algo necesario cuando no se tiene demasiado talento, como es mi caso.


Sin perder ni una pizca de respeto por otros gigantes como J Dilla, Pete Rock, DJ Premier o 9th Wonder, creo que no ha existido productor de hip hop que haya llevado el sampling a los niveles de Madlib. Su eclecticismo y ánimo de experimentación son únicos, arrolladores, dignos de un artista que no se ha restringido a ser un beatmaker más de la escena. Madlib parece omnipotente. Puede ser rapero, DJ, baterista, contrabajista, compositor, productor o lo que le venga en gana, y siempre en condiciones de hacerlo bien. En el mundo de la literatura, se conoce como 'novela total' a ese tipo de novelas que no dejan ajena temática alguna, creándose una ambiciosa mezcla de géneros literarios en una sola obra. Asimismo, a veces la obra de Madlib da la sensación de ser capaz de abarcarlo todo, de ser una fusión virtuosa entre tradiciones y ritmos multiformes, de orígenes geográficos diversos, de culturas que se funden en nombre de la música. Madlib es el artista total de hip hop, ese ideal casi inalcanzable y lejano que solo puede ser ocupado por una persona obsesionada con su trabajo.

Según cuentan personas cercanas a él, se dice que Madlib suele desaparecer tardes enteras, sin un celular o computadora cercana para contactarlo. Cuentan que, si buscas bien, puedes dar con él en algún punto de Los Angeles, y siempre lo encontrarás en la misma situación: atrapado en un laberinto de vinilos, con un par de samplers e instrumentos al lado, sumido en un aislamiento absoluto y con la expresión tranquila de alguien que se sabe en su zona de confort. Es la imagen perfecta de alguien que ha entregado a la música el sentido de su vida. Es Madlib, ese músico obsesivo que cambió la mía.
Madlib o el artista total de hip hop
Aspirante a periodista cultural y crítico musical wannabe. Lleva un tiempo intentando hacerse famoso en internet y hasta ahora nada.

2 comentarios

  1. Si te enteresa el trabajo de Madlib, te recomiendo que escuches a Sixtoo. Empieza escuchando su disco "Duration" hasta dar con los demás discos que encuentres. Saludos.

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    1. Muchas gracias por la recomendación, Diego. Saludos para ti también.

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