Género(s): Punk Rock
Año: 2015
Sello: Sub Pop
En la década de los noventas,
fue tomando fuerza una nueva corriente de punk en los Estados Unidos,
catalogada como Riot Grrrl (o chica
rebelde, en español). Consistía básicamente en una comunidad cada vez más
grande de bandas conformadas por mujeres que, aburridas de ver cómo el sexo
masculino parecía ser el único protagonista en los géneros musicales agresivos
de moda (grunge, punk, heavy, etc), decidieron luchar contra ello mediante
guitarras, baterías y un ideal de igualdad bastante contagioso. De ese modo
nació un sinfín de bandas que se autodenominaban feministas, y que, a través de
su música, denunciaban problemas sociales como la violencia sexual, el
machismo, las desventajas laborales de la mujer, entre muchos otros. En este
contexto nació Sleater-Kinney, una
de las bandas más representativas del movimiento Riot, y una de las pocas, vale decir, que sigue publicando álbumes
hasta estos días. No Cities To Love,
su nueva producción, ha sido aclamada en diversos medios, recibiendo elogios
por centenares de razones que, al menos a mí, no me han parecido del todo
convincentes.
Sería un error no comprender
el prestigio de esta banda antes de emitir juicio alguno. De hecho, debido a
trabajos interesantísimos como Dig Me Out
(1997) o The Hot Rock (1999), se
le considera una banda cercana al estatus de leyenda, sobre todo por la fuerza a veces increíble de su propuesta rock y por haber llevado a cabo de manera tan
prolija la complicada tarea de mezclar arte y política, solos de guitarra y
denuncias sociales. En 2005, Sleater-Kinney
publicó The Woods, LP que alcanzó,
una vez más, la aprobación de la crítica y de sus seguidores y seguidoras.
Luego de eso, la banda anunció que se separaría indefinidamente, lo que
significaba, para muchos, la culminación de su historia, porque, claro, qué
mejor manera de poner fin a una carrera que con un gran último álbum. Sin
embargo, desde hace un par de años, se supo que Sleater-Kinney trabajaba en una nueva producción, algo que,
inevitablemente, llenó de expectativa a los fans del rock noventero. Así, luego
de diez años de silencio, la banda ha vuelto con No Cities To Love, un álbum lleno de guitarras sólidas, percusiones
extremadamente potentes y una vocalista (Corin
Tucker) que llena de energía cada canción con su versatilidad extrema para
registros altos y bajos.
El álbum es bastante corto,
con solo media hora de duración y canciones muy parejas (todas entre dos y
cuatro minutos). Afortunadamente, esto se compensa gracias a la fuerza melódica
de las composiciones. Aquí no hay segundo desperdiciado. Más bien, desde el
inicio hasta el final, No Cities To Love me
dio la sensación de estar oyendo a un grupo de personas recién liberadas de un
encierro prolongado, con un hambre voraz de decir miles de cosas en el menor
tiempo posible. Eso es, precisamente, lo que ha hecho Selater-Kinney. Basta escuchar “Price
Tag”, el tema inicial, para darse una idea. En él, las guitarras aparecen
desde el primer segundo, con unas notas que marcan los cuatro acordes
principales que darán forma a la canción, mientras que la vocalista ya muestra
todo lo que es capaz de hacer, luciendo un registro realmente amplio (debe
andar entre tres o cuatro octavas, calculo) y entonando versos como “We never really checked / We never checked
the price tag / When the cost comes in / It’s gonna be high”, aludiendo
problemas típicos de la vida cotidiana.
Quizá la diferencia más
notoria entre The Woods y No Cities To Love sea que, en el
primero, la banda había dejado cierto espacio para un rock suave y poco agresivo, mientras que, en el último, no hay tiempo para ello: la potencia lo
es todo. Pero esto no habría sido posible sin una baterista (Janet Weiss) que desarrolla un trabajo
formidable cada vez que las canciones lo piden. En “Fangless”, por ejemplo, a pesar de su estructura convencional, se
pueden destacar dos cosas: el ambicioso trabajo de percusión y la entrada de un
bajo eléctrico que agrega un sonido bastante interesante. Es parecido lo que
sucede con “A New Wave”, otra
canción sin mucha novedad para ofrecer, pero que se salva de la intrascendencia
gracias a una intensa batería que sirve como puente entre una y otra fase de
composición, y a la voz de Tucker que grita desesperadamente “No one here is taking notice / No outline
will ever hold us / It’s not a new wave, It’s just you and me”. De hecho,
es constante en este álbum que las canciones estén construidas a partir de
estructuras bastante conocidas (veamos, sino, la propuesta estrofa-coro-estrofa-coro-puente-coro
de “No Anthems” o “Hey Darling”), pero que, al mismo
tiempo, parecen tener siempre algo para destacar, ya sean las líneas de bajo,
las enérgicas melodías vocales (como en la interesante “Surface Envy”) o, como
ya he dicho, la labor de la baterista.
Algunos temas, sin embargo,
destacan en todo aspecto, como “No
Cities To Love”, que, además de darle título al álbum, llama mucho la
atención, por mostrar una propuesta más sofisticada de rock (guitarras más
suaves) y un buen cambio de ritmo hacia el final de la canción, en el que
desaparecen las percusiones y la voz queda como protagonista. Es interesante,
además, la temática que se ha tratado en esta canción, pues se oye a Tucker cantando sobre el cariño que las
personas desenvuelven por un lugar en específico (“There are no cities, no cities to love / It’s not the weather, it’s the
nothing we love / It’s not the weather, it’s the people we love”, se escucha
al final). Por su lado, “Bury Our
Friends” también muestra un cambio que rompe la estructura tradicional que
caracteriza a casi todas las canciones. Aquí, el trabajo de guitarras de hace
más detallado y aparece una voz de apoyo intensificando las notas fuertes de
las melodías vocales de Tucker.
Buenos detalles que, creo, le habrían venido bien al resto del álbum.
Ya al final, se escucha “Fade”, en donde irrumpe una voz distorsionada
que aporta algo nuevo y hace desaparecer esa sensación de predictibilidad que
me acompañó durante buena parte de mi experiencia con este álbum.
Definitivamente, No Cities To Love
muestra un sonido limpio y bien trabajado, resultado de todo lo que pueden dar,
en media hora, una batería, una guitarra, un bajo y una voz. El problema,
quizá, es ese. Que Sleater-Kinney se
haya aferrado a sus instrumentos punk y a esa aparente ansia de caos melódico,
ha generado que este nuevo trabajo no muestre mucha variedad, convirtiéndose en
un álbum un tanto predecible, con canciones que pasan sin correr muchos riesgos,
que terminan cuando deben terminar y que, evidentemente, han nacido de una
única idea musical. Con todo, la oferta de No
Cities To Love sigue siendo bastante disfrutable, sobre todo si
consideramos que cada vez es más difícil encontrar bandas capaces de producir
un rock tan dinámico y envolvente como el que se escucha aquí, de principio a
fin.
Mis Favoritas:
1) Price Tag
4) No Cities To Love
7) Gimme Love
8) Bury Our Friends
10) Fade
Clic para escuchar:

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