Género(s): Avant-garde / Experimental
Año: 2015
Sello: Northern Spy
Uno de los
pasatiempos favoritos para un grupo de amigos que gusta de hacer música, es
juntarse a tocar en el modo “a ver qué sale”. Y, claro, en un primer momento,
esta práctica podría parecer un simple hobby
un tanto frívolo y poco útil. Pero la necesidad de crear es algo que no puede
frivolizarse, y cuando la improvisación musical se toma en serio, pueden nacer
cosas realmente interesantes. Zs es
una banda norteamericana de música experimental aparecida hace unos quince años.
Después de varias etapas que trascurrían entre un álbum y otro, Zs ha ido sumando y perdiendo una
cantidad considerable de integrantes. Al día de hoy, cuenta con solo tres
(entre ellos, Sam Hillmer, el
fundador del grupo), quienes, tomando como punto de partida algunos segmentos y
estructuras para canciones que habían ideado en tours pasados, se juntaron a
tocar en un cuarto por varias horas, no tanto en el modo “a ver qué pasa”,
aunque sí con unas intenciones inmensas de crear algo ambicioso. Así nació Xe, un álbum que casi no cuenta con
trabajo de post-producción, como nacido de un acto que podría representar
perfectamente lo que se denomina música experimental.
Lo cierto es
que Xe no es precisamente un
experimento. Durante sus cuarenta y dos minutos, es fácil darse cuenta de que
hay una idea detrás. Lo complicado es descifrar de qué diablos se trata. Y es
que este es un álbum bastante difícil de digerir (lo he tenido que escuchar
unas seis veces para sentirme capaz de escribir esto), íntegramente
instrumental, con composiciones polirítmicas, estructuras que podrían parecer
descabelladas y melodías que a veces resultan un tanto cacofónicas. En gran
medida, esto no es muy sorprendente tratándose de una banda como Zs, caracterizada por construir
canciones a partir de golpes repetitivos, notas sueltas y concatenaciones de pequeños fragmentos de sonidos, como dejaba escuchar Grain (2013), su álbum previo a Xe.
Lo que hace distinto a este último, no obstante, es la fortísima influencia del
free jazz que muestran los temas, gracias principalmente al saxo del ya
mencionado Hillmer. Pero, sin duda,
lo que más llama la atención de esta producción es la manera en que fue
desarrollada, a partir de la necesidad de tres personas por crear un poco de
arte mediante sus instrumentos. Una manera muy humana por donde se le mire. Y
lo humano de Xe está no solo en sus
virtudes, sino también en sus defectos.
Todo inicia
con una secuencia de golpes que van desapareciendo progresivamente en “The Future Of Royalty”, una
construcción enredada de guitarras tensas y distorsionadas, que se complementan
con melodías generadas por unas lengüetas (instrumento de viento) que parecen
buscar un poco de sentido en medio de tanto caos. Esta es la primera y la
canción más corta del álbum, a la cual cuesta encontrarle un rumbo, y que, en
realidad, es una buena advertencia para que el escucha se pregunte si está
dispuesto a seguir con los audífonos puestos. Y, para qué engañarse, las cuatro
canciones restantes (sí, es un álbum de solo cinco canciones) también son un
desafío a la comprensión, y pueden llevarnos a cuestionar todo lo que creíamos
saber sobre lo que denominamos “música”. La mejor prueba: “Wolf Government”, el segundo tema y el más denso de todos, repleto
de elementos electrónicos y un minimalismo realmente impresionante (el poco
trabajo de post-producción que tuvo el álbum, debió ser enteramente para esta
canción). Aquí también empiezan a aparecer los componentes jazz (sobre todo en
la segunda mitad de la canción), debido al distorsionadísimo saxo entonando,
frenético, algunas líneas melódicas que son acompañadas por percusiones
digitales que, al menos a mí, me sonaron muy futuristas y como sacadas de una
trasmisión radial extraterrestre. Si los extraterrestres existen y escuchan
jazz, debe sonar algo así.
A ello le
sigue “Corps”, una canción de doce
minutos que, como casi todo en este álbum, está construida por un muy paulatino
crescendo, a través de un tremendo trabajo de percusiones (muchas de ellas
parecen tener fuertes influencias de la música africana), muchas repeticiones (especialmente
de la línea de guitarra que sirve como base), un saxofonista que luce todo su
potencial para la improvisación y una progresión de fases de composición
bastante ambiciosa (basta comparar cómo empieza y cómo termina el tema para
darse una idea). “Corps” es la
confirmación de Zs como una banda
que se niega a ir por un solo camino, y que está dispuesta, más bien, a probar
ir por varios de ellos, incluso en una misma canción. Algo similar, pero en
menor intensidad, sucede con “Weakling”,
que más parece servir de transición entre la tercera canción y la última. En
ella, el eco de los golpes digitales refuerza la idea de estar escuchando unas
máquinas del futuro en medio de la nada. Ello, sumado a algunos saxos
distorsionados que parecen chillar de tanto en tanto, ha creado un resultado
muy disfrutable, aunque sin llegar a ser gran cosa.
Y es entonces
cuando llega, con sus dieciocho minutos, el tema que da título al álbum: “Xe”. Con un inicio un poco lúdico y
hasta engañoso (pues se escucha un sonido, durante el primer minuto, que nada
tiene que ver con los diecisiete restantes), esta es la canción que más
decepción me causó en todo el LP. ¿Por qué? Pues, bien, después de todo lo que
había escuchado, encontrarme con una canción de casi veinte minutos solo podía
tener una de estas consecuencias: un final épico o uno desastroso. Y, aunque no
llegó a ser desastroso, estuvo muy lejos de ser épico. Sucede que en este tema
no se utiliza la repetición; se abusa de ella. Son casi diez minutos (desde el
minuto tres hasta el trece, aproximadamente) de repetición de la misma
progresión de percusiones y algunas notas sueltas que llega a aburrir. Pese a
ello, “Xe” también presenta algunas
cuestiones a resaltar como un buen cuidado en los detalles y un final tan
caótico como enérgico que definitivamente logró salvar, al menos un poco, lo
que venía siendo el resto de la canción.
Si hay algo
que siempre me parecerá digno de resaltar en una producción musical, es un
sonido original, y mejor aún si parece insólito o totalmente innovador. Zs lo tiene, y vaya si le ha sacado
provecho con este nuevo trabajo. Por más raro o excéntrico que pueda sonar, Xe es un álbum que vale la pena
escuchar, y la razón es sencilla: su interesantísimo resultado a partir de una
atrevida mezcla de géneros. Mientras uno lo escucha, se vienen a la mente
géneros como el jazz, el avant-garde, la electrónica, el puramente
experimental, el drone, y quizá algunos más. Aquel resultado, además, es una
buena manera de probar que apostar por la música experimental no siempre genera
desenlaces extremos (álbumes memorables o álbumes deplorables), sino que, a
veces, puede devenir en producciones regulares, con cierta calidad musical pero
sin llegar a ser algo grandioso. Tal es el caso de Xe, un álbum nacido de la más pura voracidad artística, y que puede
servir, sin duda alguna, para estimular la nuestra.
Mis favoritas:
2) Wolf Government
3) Corps
4) Weakling
Clic para
escuchar:
https://soundcloud.com/northernspyrecs/03-corps

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